Hablar de pueblo es muy relativo en Cantabria, aquí es pueblo hasta la capital.
Por aquí no abundan los rascacielos y lo que realmente entendemos por ello es a las poblaciones pequeñitas, con casas, sin zonas de indstria, con animales, con granjas, con río o montaña.
Sitios donde te sientes libre, donde desaparece el miedo a los extraños, el tránsito, donde los animales caminan libres y los ruidos se olvidan entre cánticos de pájaros.
El pueblo no es un sitio, es un conjunto de sensaciones, paisajes, olores, gente y costumbres donde el vecino es parte de tu familia.
Un concepto de pueblo propio, solo tuyo, tu sitio donde acudir cuando necesitas respirar o simplemente sentirte cerca de tus orígenes.
El pueblo está rodeado de recuerdos, de los de antes, del pasado, de la infancia y de los que ya no están. Los colores del mantel de la abuela, el olor a hierva fresca, el tacto de las alubias recién apañadas y el sonido de las nueces al caer maduras en el suelo. Flashes que se amontonan en la memoria mientras paseas por los rincones la casa donde han nacido generaciones y se asienta tu apellido.
Fiestas de verano en las que la gente se reune entorno a la comida de casa, la que toca, la de siempre. La que hacía mi bisabuela y despues mi abuela mientras mi madre le ayudaba, familia, amigos y vecinos reunidos por un Santo o una Virgen por los que poco importa su devoción pero si su tradición. Noches de verbena bajo las estrellas en la plaza o paque del pueblo, junto a los niños corriendo libres entre los chopos o bailando en primera fila, los mayores en sus mesas comiendo churros y los jovenes en la barra contando historias, batallas o echando el ojo a las mozas.
Los amaneceres al despertar del gallo, los desayunos con sopas de pan y leche recién ordeñada y las mañanas sentadas en el portal conversando entre tiestos de colores.
Paseos por el monte entre eucaliptos y baños en el río entre zapateros, juegos interminables hasta que una voz de casa gritaba tu nombre y se hacía eco por el pueblo.
Horas muertas tumbadas en la hierva cazando saltamontes mientras los mayores atropan el verde, esperando a cargar el carro y conducir junto a tu abuelo la yegua, allí, en lo más alto mientras saludas caras conocidas al paso.
Los atardeceres esperando la vuelta de los que faltan y reunirse una vez más para recogerse todos juntos al calor de la lumbre.
Eso es el pueblo, eso es mi pueblo.
Espero que os guste
Me ha encantado!!!vivir en un pueblo es calidad de vida….y si ya es de Cantabria es además paz y amor….😂.Yo estoy encantada de haber venido a vivir aquí y creo q para los niños es lo mejor.1 besazo wapa😘
La verdad es que es un privilegio poder vivir aquí. Gracias por pasarte por aquí ❣️